viernes, 20 de noviembre de 2009

Capítulo 144


"Hay tantas algas, la Maga olía a algas frescas, arrancadas al último vaivén del mar. A la ola misma. Ciertos días el olor a alga se mezclaba con una cadencia más espesa, entonces yo tenía que apelar a la perversidad, pero era una perversidad palatina, entendé, un lujo de bulgaróctono, de senescal rodeado de obediencia nocturna, para acercar los labios a los suyos, tocar con la lengua esa ligera llama rosa que titilaba rodeada de sombra, y después, como hago ahora con vos, le iba apartando muy despacio los muslos, la tendía un poco de lado y la respiraba interminablemente, sintiendo cómo su mano, sin que yo se lo pidiera, empezaba a desgajarme de mí mismo, como la llama empieza a arrancar sus topacios de un papel de diario arrugado."


En este capítulo, Oliveira se acuerda del olor de la maga y uno se puede dar cuenta que él se pierde en ilusiones de ella y poco a poco se vuelve loco por ella porque dice cosas muy confusas que no tienen nada que ver con todo eso.

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